En estos últimos años la impresión 3D ha demostrado ser una de las tendencias más importantes en la industria 4.0. La impresión tridimensional está revolucionando todos los sectores Una tecnología ágil y flexible que impulsa la transformación digital y fomenta las prácticas sostenibles.
Según el informe realizado por Ultimaker, “3D Printing Sentiment Index 2021”, la impresión 3D está cada vez más reconocida por las organizaciones, ya que un 54% de las empresas encuestadas (12 países) afirman que esta tecnología se convertirá en una prioridad a la hora de invertir en los próximos años. Además, el porcentaje de empresas que utilizan la impresión 3D ha aumentado, creciendo hasta el 39%, unos cuatro puntos porcentuales más que en 2020.
«La inversión en 3D aumentará en los próximos años»
Como si de una escultura griega se tratara, entre la proporción y el equilibrio, el resultado de la impresión 3D hace que esta tecnología se alce como el nuevo creador, capaz de imprimir tanto la perfección y la imperfección querida. El nuevo Miguel Ángel ha llegado. Prácticamente en un futuro no muy lejano, con la información en un archivo digital, se podrá imprimir cualquier cosa que se nos ocurra y convertirlo en un objeto tangible en cuestión de horas y cualquier imperfección será culpa de la imperfección humana.
Según la conocida curva de Gartner, donde se representa la madurez, la adopción y aplicación comercial de una tecnología, la impresión 3D ha llegado muy rápidamente a su madurez. Y es que ya son muchas las industrias que están optando por utilizar impresoras 3D industriales profesionales, dentro de las cuales tenemos que destacar: la impresión 3D en medicina, en puntos de venta y en cadenas de suministro.
Este tipo de impresión presenta muchas ventajas significativas sobre los métodos de fabricación tradicionales porque ayuda a la industria a reducir gastos (especialmente en pequeñas cantidades de producción es la opción más rentable), aumentar la productividad y cambiar la forma en que las nuevas ideas se prueban. La flexibilidad en el proceso es la clave en el desarrollo de muchos productos a nivel industrial hasta que se consigue dar con un modelo perfecto y listo para industrializarse.
Un punto para destacar, dentro de la flexibilidad, es la gran capacidad de respuesta del 3D frente a la necesidad de personalizar de forma masiva algunos productos. Además, la impresión bajo demanda podrá reducir tanto el inventario de una empresa como su almacén, lo que permite una reflexión sobre los modelos de negocio y las opciones que aporta a las cadenas de suministro. Las grandes superficies desaparecen porque en cualquier parte se podrá realizar una impresión 3D con las mismas características mecánicas y físicas.
También tiene un mercado potencial en la reproducción y fabricación de repuestos, es decir, pensado para piezas de productos que ya no se fabrican o cuando el fabricante tiene un stock muy pequeño.
El sector de la automoción, Toyota, ha creado maquetas de motores a escala para vehículos, pudiendo imprimir pistones, un cigüeñal o válvulas y Volkswagen, por ejemplo, yendo más allá que la mera impresión 3D para esos famosos prototipos que nos deslumbrar en los salones del automóvil, ve como mercado potencial la fabricación de piezas para sus vehículos clásicos.
Aunque hemos visto soluciones que son una realidad, también hay pruebas en marcha para acelerar y perfeccionar aún más el mundo 3D. Aunque todavía en prueba, los “meta- bots”, llamados así por sus creadores de la Universidad de California, son un nuevo ejército de mini robots, que pueden ponerse en marcha nada más haberse completado su proceso de impresión. Actualmente, su tamaño es similar al de una moneda pero están pensado para escalarlos y que sea el nuevo modo de fabricación de AGVs/ AMRs.
Una vez modelada y abordada esta tecnología, os dejamos a vuestra reflexión el tema de los materiales usado en la impresión. Porque alcanzado el ideal de estética y perfección digital contemporánea, fruto de la unión de la investigación y las “imperfecciones” ya diseñadas, las características intrínsecas de los materiales se convierten en un componente fundamental para el trabajo.
¿Podrá la humanidad imperfecta fabricar la perfección? ¿O será la inteligencia artificial la que nos lleve a ese perfeto diseño e impresión?
“Lo menos que puede pedirse a una escultura es que no se mueva.“ — Salvador Dalí
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